sábado, 25 de febrero de 2017

Tres discos que convirtieron a los Rolling Stones en leyenda

Allá por finales de los 60 y principios de los 70, vieron la luz tres discos que marcaron un nuevo rumbo en la historia de la música, y cuya influencia persiste hasta día de hoy con canciones que constituyen todo un referente.

De izquierda a derecha: Charlie Watts, Mick Taylor, Mick Jagger, Keith Richards y Bill Wyman
En 1969, los Rolling Stones se vieron en la difícil situación de reemplazar al todavía vivo Brian Jones como guitarrista, con el que habían tenido diferencias personales que habían provocado cierto distanciamiento, agravado por el hecho de que Jones, entre otras cosas, no se presentaba a los ensayos y en los conciertos estaba completamente drogado. Decidieron captar a un chavalín llamado Mick Taylor para trabajar en el nuevo disco, cuando poco después, en julio de ese mismo año, conocieron la noticia de que Brian Jones había muerto (entrando a formar parte por méritos propios del famoso Club de los 27).

Let it bleed (1969)
Bajo estas circunstancias, la banda trabajaba en Let it bleed, título que se tomó como agravio comparativo del archiconocido y menos dramático Let it be. Merece la pena revisar el contexto histórico del momento, ya que la sociedad estaba inmersa en un proceso de cambio e incertidumbre: la marcha por la lucha de los derechos civiles de los negros, referente de concienciación social, terminó con el asesinato en 1968 de Martin Luther King, lo que produjo una gran conmoción, a lo que se unió el desencanto derivado del fracaso de la lucha pacifista en contra de la cruel guerra de Vietnam. Este paradigma acidificaba cualquier visión positiva que se quisiera ofrecer en aquel momento, como así se reflejó en el disco. Let it bleed está literalmente repleto de canciones referente en la historia de la banda, siendo difícil no destacarlas todas. Gimme Shelter, todo un himno a la crueldad y la incertidumbre que se vivía en aquel momento, abre un desfile en el que se mezclan magistralmente blues, soul, country y rock and roll. Encontramos Country Honk (que más tarde pasaría a ser Honky Tonk Woman), el irreverente Let It Bleed al que sigue Midnight Rambler con su enigmático riff de guitarra y esa armónica persistente que va definiendo la historia, You Got The Silver, en la que Keith Richards se estrena como cantante solista y You Can't Always Get What You Want, majestuosa, que cuenta con su propio coro y una letra optimista que contrasta con la del resto del disco. Y esto por citar algunas canciones. En plena época de psicodelia ellos apostaron por sonidos sencillos, claros y directos.

Sticky Fingers (1971)
Un año más tarde comienzan a darle forma a su siguiente álbum, que llevará por título Sticky Fingers. Aquí ya se empieza a vislumbrar de manera más notoria el poderío de Taylor como guitarrista, robándole el solo al mismísimo Keith Richards en más de una ocasión. El disco abre con Brown Sugar, que acabaría siendo la canción más exitosa, sigue con la contundente Sway y la delicada Wild Horses. Después oímos el inconfundible riff de Can't Your Hear me Knocking?, que deriva en una jam session en la que Mick Taylor se luce ampliamente y acaban tonteando con ritmos latinos. Sister Morphine, perturbadora (letra compuesta por Marianne Faithfull, por aquel entonces novia de Jagger), y Dead Flowers, cuya letra constituye una especie de burla a la temática country (como ya hicieron en Honky Tonk Woman) son también destacables. Con Moonlight Mile termina un disco de mucha intensidad en una especie de oasis; esta canción fue elaborada a partir de tomas incompletas de Richards que el joven Taylor se encargó de cohesionar, aunque no figura como tal en los créditos de autor.

Más allá de la magistral mezcla de géneros, como ocurría en el anterior trabajo, Sticky Fingers se vuelve un trabajo más real, más crudo y más humano, en el que se habla de la vida en la carretera, del abuso de sustancias y de alcohol, y deja entrever la desvirtuación de valores cuando las circunstancias así lo favorecen, pero mostrando también sus devastadoras consecuencias. Las letras se vuelven incómodas de escuchar, porque son un reflejo de la deshumanización que se vivía por aquel entonces y que ellos mismos también experimentaban. Pensándolo bien, ese mensaje sigue estando de plena actualidad; quizá sea ese el secreto de su éxito.

Exile On Main Street (1972)
Pese a las enormes cifras de ventas de Sticky Fingers, los Stones estaban arruinados debido a una mala relación con su último manager, que se las arregló para quedarse con los derechos de todas las canciones compuestas por la banda antes de 1970. Tenían unas enormes deudas fiscales en Inglaterra y muchos problemas con la justicia británica debido a altercados relacionados con el consumo de drogas, de manera que todos los miembros del grupo se mudaron durante el verano a Nellcôte (Francia), donde Richards había alquilado una enorme mansión al lado del mar, pensando en lo halagüeño que sería componer y crear en un entorno tan maravilloso mientras se relajaban un poco las cosas. Pero nada más lejos de la realidad: no encontraron en el país un estudio de grabación como los de Inglaterra, donde llevaban muchos años de ventaja, por lo que su siguiente álbum se gestó en la logobriedad y el calor asfixiante del sótano de aquella mansión del sur de Francia, donde los músicos debían tocar en habitáculos separados debido a la mala acústica del lugar, mientras todo se grababa en un equipo portátil instalado en una furgoneta aparcada en el exterior de la casa, teniendo en cuenta que la electricidad caía cada dos por tres porque habían hecho un apaño en el surtido eléctrico de la calle para que la factura no fuera tan desorbitada. Y a eso habría que añadirle los problemas con la heroína que experimentó Richards durante esa época, en la que podía presentarse con siete u ocho horas de retraso a los ensayos. Los instrumentos se desafinaban cada dos minutos debido al calor, y para escuchar cualquier toma había que salir del sótano, subir las escaleras y llegar hasta la calle donde estaba aparcada la camioneta con el equipo de grabación. Y así se fraguó Exile On Main Street, cuyo título hace honor a todas estas adversidades.

Exiliados en sótano de Nellcôte: Keith Richards, Mick Jagger y en el suelo, el productor Jimmy Miller (1971).
El proceso de mezclado del disco, con ese mal sonido y los fantasmas acústicos que aparecían en muchas tomas, tampoco fue fácil. De hecho, en muchas canciones la voz se nota lejana y poco nítida, como en I Just Wanna See His Face, donde casi podemos sentirnos en ese sótano. Y con todo, es uno de los mejores discos de la historia de los Stones. En él figuran Tumbling Dice, Sweet Virginia, Loving Cup, All Down The Line o Shine A Light. Especialmente destacable Ventilator Blues, la única canción que tiene al joven Taylor como co-autor y que es una oda a la atmósfera que se respiraba en aquel sótano de Nellcôte. Fueron un total de nada menos que 18 temas los que volvían a mezclar magistralmente géneros, letras que reflejaban el estado anímico general pero con un propósito claro de supervivencia y un pulso vital muy potente en todos los temas. Uno difícilmente se imagina cómo se las apañaron para crear algo así en unas condiciones tan adversas; supongo que hay que ser muy bueno.

El resultado: en cuatro años publicaron tres discos que abrieron nuevos caminos en el mundo de la música, demostrando que también se puede ser revolucionario reinventando géneros, dándoles un nuevo significado. Tres discos brillantes que se gestaron en una época convulsa y desilusionante, en unas circunstancias personales golpeadas por los monstruos del momento, pero a través de los cuales los Stones se reafirmaron como unos auténticos supervivientes, siendo capaces de transmitir una energía aún palpable hoy en día. ¿No es eso convertirse en leyenda?

Let It Bleed (disco completo)


Sticky Fingers (disco completo)


Exile On Main Street (disco completo)

2 comentarios: